Para quién

Hace unos días me preguntaban cuántas servilletas hay escritas. No supe decir. Ni sé mirarlo en este putowordpress por más que rebusco en Apariencia, Plugins, Seo, Ajustes. Qué herramienta tan poco intuitiva. Y qué pocas mis ganas de aprender a manejarla, también.

Esto me hace pensar en Para quién escribo las servilletas. El burro delante: escribo Para mí. Encuentro una historia, comienzo a relatar, la leo en voz alta, la dejo descansar, vuelvo a ella, vigilo la concordancia de los verbos, tacho tacos, medito adjetivos más expresivos, quito chorradas, borro paja. Y al final, aparece una historia bella y pequeña, que cabe en una servilleta. Hay días en los que no se me ocurre nada, y hay días en los que se escribe sola. El caso es que la servilleta no es una tarea, ni una obligación, ni una pereza. Si es eso, no la hago. Porque la servilleta es un regalo.

Escribo Para mis padres. Los imagino en tierra santa, el solecito flojo de la tarde entrando por la ventana del salón, mirando la tele, el móvil, jugando al parchís, rellenando la jarra de agua. Los veo avisándose, de sillón a sillón, «Mira, ya está la servilleta de la nena, voy a ponerle un comentario, y unas caritas de ojos con corazón.»

Y escribo Para ti, que sé que la esperas, a veces no puedes leerla justo el viernes, y te tomas la molestia de buscarla por las redes. Escribo para ti, que te sonríes con las ocurrencias de la papelera, y te emocionas con las cosas fabulosas de la corriente atenta. Escribo para ti, que sabes que la servilleta es un trozo de papel que te quita las migas. Y también las penas.