Son para ti, o no

• ¡Arriba, chicas! ¡Clavelina, rosa, lilium, anastasia, todas listas, nos reclaman para un ramo!
• ¿Y para quién es?
• ¡Para la chica de la papelería!
• Ay, qué bien, es muy maja, nos hace fotos, nos pone en el escaparate, nos trata como lo que somos, diosas del olimpo.
• Echa el freno, ramita.
• No soy una ramita; soy un laurel.
• Chicas, chicas, discutir nos marchita, estiramos pétalos, sonreímos, y nos vamos.

Sonríe el repartidor con el ramo entre las manos. Sonríe la papelera. Aunque no las espera, a veces recibe flores por sorpresa, vienen sin tarjeta, imagina de quién son. Las pone en agua, las coloca en el escaparate, les hace fotos, las publica en instagram. «Sois preciosas», dice.

• Unas más que otras.
• Pero qué subidito te lo has tenido siempre, rosa, querida.
• Es la verdad, la gente me mira y suspira. Contigo, en cambio, estornuda.
• ¡Es que soy un lilium! Con uno solo de mis estambres perfumo todo un salón. ¡Con uno!
• Chicas, de verdad, disfrutad del agua fresca, de las vistas al jardín, ¡sonreíd, que nos está haciendo una foto!

La papelera publica en instagram. Comienzan a entrar megustas. Entra también… ¿el repartidor? Que se ha confundido, que en el albarán ha leído María y ha leído Sierpes y ha dado por hecho que las flores venían a la tiendita. Pero que hay otra María dos portales más arriba esperando su ramo desde toda la mañana. Que perdona, que me lo tengo que llevar, que si aún guardas el conservante y el papel.

• ¡Aich! Pero, ¿por qué nos envuelven otra vez si acabamos de llegar?
• ¿Cómo? ¿Y ahora a dónde vamos?
• Parece que íbamos a otro sitio.
• Jooo, se está aquí tan a gustito…
• Pero nos esperan igual, así que,
• Estiramos pétalos, sonreímos, y nos vamos.