Se acaba de caer el mito de que el scrap es cosa de mujeres, que los escasos hombres que cruzan Atentamente lo hacen como escraperos consortes que acompañan a sus parejas, y cuando ellas les piden opinión sobre tal o cual papel, ellos señalan tal y ellas escogen cual. El tópico de que los hombres se atoran en la tiendita y lo miran todo como si les acabaran de dilatar la pupila. Comienza una nueva era. La era de los escraperos que te camelan.
Suena el teléfono:
- Atentamente, buenos días.
- Hola. ¿Tenéis polvos de embossing transparentes?
- Sí tenemos.
- Vale, pues ahora vamos.
Tenía voz de chiquillo, será un encargo de su madre, pienso mientras cuelgo. Continúo a mis cosas de papelera. Al poco, se abre la puerta. Son cuatro. Pantalones cagaos, sudadera de adidas, la visera puesta, y sobre ella, la capucha. Ya me dispongo a explicarles que la fotocopiadora está un poco más abajo:
- Te acabamos de llamar. ¿Tienes polvos de embossing?
Yo no me puedo creer que Omar Montes y sus colegas conozcan la tiendita, entiendan de scrap y dejen todo lo que estén haciendo para venir a por botecitos de embossing.
- Ah, sí, es verdad. Mira, aquí tenéis todos los colores.
- Los queremos transparentes.
- Fenomenal. ¿Uno?
- Mejor dos. ¿Y pistola de calor tienes?
- Aquí está.
- Nos la llevamos también. ¿Tinta transparente?
- Pero para los polvos que lleváis se usa tinta de pigmento.
- Sí, sí, de eso ya tenemos, es para otra cosa. Danos también dos.
Me dejan sin existencias. Me dejan alucinada. Mientras paga, escucho a Omar explicar: «Que sí, tío, pones el sello, echas el polvo, le das calor con la pistola y te queda superguapo.»
Desde aquí hago un llamamiento alocao a las marcas del planeta scrap: poneos a fabricar nuevos papeles para la nueva era, porque han llegado los escraperos, tratrá, que te camelan.