[Resuelvo rápido lo del Black Friday: nos parece una mierda].
Para asunto fenomenal, el que está ocurriendo en la tienda online. Desde hace varias semanas, todos los pedidos siguen un mismo patrón:
hombres
que compran
Ballograf.
Que se vendan estos bolígrafos suecos no sorprende porque son un diseño que perdura desde los años 60, escriben maravillosamente, y están a un precio muy apañadito. Que sean hombres tampoco es tan extraordinario: pero que en 24 horas lleguen ocho pedidos, que los ocho sean hombres, y que sólo compren bolígrafos Ballograf, es para pensar. Para pensar, de momento, si se estará quemando la fábrica. Me precipito sobre Google: «Incendio+Suecia+Ballograf». Cero resultados. Aflojo esfínter.
Entonces me acuerdo de M., el atento que este verano pidió, desde las islas, y por dos veces seguidas, los elegantes bolígrafos suecos. Y entonces lo comprendo todo -o lo fantaseo todo, que no es lo mismo, pero es igual-:
Con su nuevo boli, escribe M. a sus amigos, aquéllos con los que compartió pupitre, tintero, cuellos gastados dados la vuelta y remendados, carreras por el patio, por los pasillos… Escribe M. a sus compañeros del instituto. Con la pulida caligrafía que aún conserva, les cuenta M. que, tantos años después, ha vuelto a encontrar los Ballograf. Da por seguro que todos recuerdan aquel día en el que acabaron sus estudios. Eran apenas 8, y el claustro de profesores hizo un esfuerzo por hacerles un regalo especial: les entregaron una caja ovalada, de algo parecido al terciopelo, y dentro, un bolígrafo negro, con bellos detalles esmaltados. Revive M. cuánto apreciaron aquel regalo, ¡venía de Suecia!, y allí mismo acordaron que, adonde la vida los llevara, seguirían en contacto escribiéndose con su Ballograf.
Los compañeros se dispersaron, los 8 kilómetros de su cartucho se acabaron, los amigos de M. dejaron de tener contacto… Hasta este verano.
Me encanta tu historia. Es tan bonita que debe ser verdad. ¡Qué suerte M. y sus amigos!!!
Si lo dice la servilleta, será verdad : )