- Y nos encontramos con una de las afortunadas del día.
- ¡Soy yo!
- Felicidades por ganar la lotería de Navidad.
- ¡Muchísimas gracias! ¡Qué emoción más grande!
- ¿Nos puede decir cuánto le ha tocado?
- ¡Un porronazo, yoquésé! Nunca compro lotería, pero este año tenía una intuición, que es la inteligencia sutil, ¿sabes?
- … Claro, claro. ¿Y qué piensa hacer con todo este dinero?
- Pues siempre he querido tener una papelería, pero no una de bolis feos y folios chungos: fantaseo con una tienda para enamorados del papel, de su suavidad, su olor, y de las historias y las emociones que desencadena. ¿Me puedes abrir el champán? Que ayer me hice la manicura y…
- Traiga, traiga. Ya veo que es un proyecto bastante madurado. ¿Y cree que una papelería en estos tiempos funcionará?
- Oye, ¿no serás de los tristes? No tengo ni la más remota. Pero repasa las cosas que nos decimos cuando usamos papel: que estoy superagusto de vacaciones y he visto esta postal y me recuerda a ti; que gracias por formar parte de este año que se acaba; que espero que en el siguiente sigas cerca y contenta; que te envío este cupón ¡porque este año fijo que nos toca!
- ¿Y cómo va a compensar la influencia de Facebook o de Instagram?
- Es que la gente está en las redes, así que las usaré como un escaparate chachi para que se asomen a la tiendita. ¡Ey! ¿Y si escribo un blog? ¡Chinchín!
- Salud. ¿Y cómo imagina su tienda pasados los años?
- Con los papeles más hermosos, los cuadernos más suspirados… Con música. Flores. Y gente sonriendo.
- ¿Y se ha planteado que tenga un taller para aprender a hacer cosas con ese papel?
- ¡Pero qué idea tan brillante! ¡Más champán! ¡Pero tutéame! ¿Cómo te llamas?
- Me llamo F. ¿Y los clientes? ¿Cómo te los imaginas?
- Generosos, divertidos, aten…
Tinoní Tinoní Tinonino
Calla, despertador de la muerte. ¿Estaba soñando que me había tocado la lotería? ¿Otra vez?